- MICHAEL PEEL
La contaminación lumínica causada por el aumento del número de naves espaciales está afectando a las imágenes de los telescopios espaciales.
El boom de los satélites está iluminando el cielo nocturno y dificultando la capacidad de los astrónomos para estudiar galaxias lejanas, lo que aumenta la preocupación sobre quién controla el acceso al espacio.
Según una investigación realizada por científicos de la NASA, los lanzamientos previstos de naves espaciales están aumentando y afectarán a las imágenes de los principales observatorios espaciales, incluido el telescopio Hubble.
Los hallazgos resaltan cómo la falta de normas internacionales amenaza las mediciones astrofísicas tomadas tanto desde la Tierra como desde el espacio exterior. Las constelaciones de naves espaciales reflejan luz que puede interferir con las imágenes de los telescopios.
"Se está detectando un aumento alarmante en la tasa de estelas de satélites en telescopios de todo tipo", advirtió Alejandro Serrano Borlaff, investigador de la NASA y coautor de la investigación publicada en Nature esta semana. "Nuestro pronóstico debe considerarse como el peor escenario posible y una advertencia para la comunidad científica", añadió. El número de satélites que orbitan la Tierra crece rápidamente, a medida que gobiernos y empresas como Starlink de Elon Musk se apresuran a establecer sus propias constelaciones para satisfacer la creciente demanda de conectividad inalámbrica. La producción más económica y el incremento del valor de los datos que recopilan los satélites también impulsan esta tendencia.
Los científicos examinaron el impacto del rápido aumento del número de satélites, que se prevé que crezca rápidamente desde los aproximadamente 15.000 actuales. La Agencia Espacial Europea ha estimado que unos 100.000 podrían estar en órbita para 2030. Según los investigadores de la NASA, la cifra podría superar los 500.000 para finales de la década de 2030 si todas las solicitudes presentadas ante la Comisión Federal de Comunicaciones de EEUU generan lanzamientos.
Los investigadores realizaron simulaciones de los efectos en cuatro telescopios espaciales que operan o están previstos para órbitas terrestres bajas de entre 400 km y 800 km: el Hubble y el SPHEREx de la NASA, el ARRAKIHS propuesto por la Agencia Espacial Europea y el Xuntian, que desarrolla China. Descubrieron que 560.000 satélites contaminarían aproximadamente el 39,6% de las imágenes del Hubble y más del 96 % de las imágenes de los otros tres.
Para 100.000 satélites, casi el 20% de la producción del Hubble se vería afectada, cifra que aumenta a más del 80% para el resto.
Los resultados coincidieron con investigaciones previas que sugerían que la proliferación de satélites estaba causando un "vandalismo absoluto contra la investigación astronómica de vanguardia", según Jeff Grube, profesor titular del departamento de física del King's College de Londres. Los hallazgos fueron alarmantes y podrían afectar a todas las áreas de estudio, desde las galaxias hasta las estrellas y la materia oscura, afirmó Noelia Noël, profesora titular de astrofísica en la Universidad de Surrey.
"Las estelas de los satélites añaden ruido, luz dispersa y saturación que pueden anular las señales más débiles que nos interesan", explicó Noël, que lidera un experimento pionero para reducir la contaminación lumínica satelital mediante el uso de recubrimientos no reflectantes.
La cuestión de qué hacer con la contaminación lumínica aborda un tema mucho más amplio: la regulación de la actividad gubernamental y comercial en el espacio exterior. Los científicos sugieren desplegar satélites en órbitas inferiores a las de los telescopios, aunque reconocen que esto podría producir sustancias químicas que afecten a la capa de ozono de la Tierra.
Esta y otras posibles soluciones conllevan sus propios problemas, afirmó David Clements, profesor asociado de astrofísica en el Imperial College de Londres. Estos incluyen la imposición de un impuesto a los operadores de satélites por contaminación lumínica, o un menor uso de internet espacial y un mayor uso de las conexiones por cable en la Tierra. "Lo que se necesita es que la órbita terrestre baja se considere un bien común que toda la humanidad pueda compartir, con una supervisión y una regulación adecuadas, en lugar de un recurso que se pueda explotar para obtener beneficios corporativos y nacionalistas a corto plazo", afirmó Clements.
Científicos y algunos países presionan para que la ONU aborde la contaminación lumínica, afirmó Robert Massey, subdirector ejecutivo de la Real Sociedad Astronómica británica.
"Los gobiernos y las organizaciones internacionales se ven superados por el ritmo al que se lanzan satélites. Si queremos preservar la astronomía y prevenir daños ambientales más amplios, esto debe cambiar", afirmó Massey.
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