Junts ratificó ayer que mantiene el bloqueo a la legislatura española. «Estamos donde estábamos tras la ruptura. No cambiamos», manifestó la portavoz de los independentistas en el Congreso, Míriam Nogueras. Pero, inmediatamente después, abrió una mínima rendija hacia la reconciliación con el PSOE al añadir: «Ojalá en un mes estemos aquí otra vez porque el Gobierno ha cumplido todos los compromisos pendientes».
Los neoconvergentes sólo contemplarían dar marcha atrás en su divorcio con el Ejecutivo a cambio de un botín de grandes dimensiones que empezara por la amnistía a Puigdemont, continuara por la oficialidad del catalán en Europa e incluyese también la delegación de las competencias de inmigración.
Sin el borrado de las acusaciones judiciales contra el prófugo que impiden su vuelta a España no hay reencuentro posible con el Gabinete socialista. «Puigdemont quiere la amnistía por encima de todo y no tiene tan claro como aparenta la sentencia final del Tribunal Superior de Justicia de la Unión Europea (TJUE)», manifiestan fuentes de Junts a este diario.
Estas mismas voces señalan que el acercamiento de Sánchez a los herederos de Convergència se produce «como parte de un pacto entre Puigdemont y Zapatero para reconducir la situación». Según dichas fuentes, «estaba hablado y acordado» con el ex presidente del Gobierno que el martes Sánchez saliera públicamente a admitir que la culpa del adiós fue del PSOE y sus «incumplimientos», como viene defendiendo el presidente de Junts desde que anunciara el fin de la alianza con los socialistas el pasado 27 de octubre en Perpiñán. «Es una coreografía», aseveran las mismas voces.
El líder de la formación separatista exigió «que le dieran la razón en el relato de por qué rompió» el pacto de investidura, y ahora espera que Sánchez siga «arrodillándose» para justificar una eventual recomposición de su asociación con el PSOE, admite otro representante de Junts.
En cualquier caso, subraya una tercera fuente de la dirección neoconvergente, no existe una gran confianza en que Sánchez sea capaz de cumplir con los requerimientos de Puigdemont porque, «en gran parte, no depende de él». Públicamente, la cúpula de Junts ha sostenido siempre que sólo la falta de voluntad del Gobierno impide que los acuerdos pendientes se materialicen. Pero, de puertas adentro, los mandatarios neoconvergentes admiten que Sánchez no puede controlar al Tribunal Supremo para garantizar la amnistía, que tampoco tiene la influencia necesaria en los estados miembros para obligarles a aceptar al catalán como idioma oficial de la Unión, y que la mala relación del PSOE con Podemos dificulta sobremanera un cambio de opinión de los morados respecto a la cesión competencial de las atribuciones de extranjería a la Generalitat.
En este escenario de renovado flirteo entre el Gobierno y Junts, ERC también reclama su cuota de protagonismo. Ayer, su presidente, Oriol Junqueras, conminó a Sánchez a mantener «menos peleas y menos reconciliaciones» con Junts «y más cumplir con los compromisos». El republicano espera desde hace meses que el Gobierno concrete la «financiación singular» para Cataluña que ERC pactó con el PSC en agosto de 2024 a cambio de su apoyo a la investidura de Salvador Illa como presidente de la Generalitat.
«Todos sabéis que el PSOE no hace, sino que se le obliga a hacer, porque forma parte de la tradición del PSOE incumplir acuerdos», espetó Junqueras recuperando uno de los mantras más veces pronunciados por los mandatarios de su partido y con el evidente propósito de afear a Junts su estrategia negociadora.
ERC continúa siendo el socio más estable del PSOE a pesar de que ha endurecido su posición respecto a la pasada legislatura catalana y está bloqueando tanto la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado como los de la Generalitat, que sí dependen casi enteramente de ellos, pues Illa tiene relativamente sencillo conseguir el respaldo de los comunes, la tercera pata del tripartito que ungió al socialista, a las cuentas.
Junqueras ha dejado claro que si el Gobierno no le entrega el cupo, Illa encadenará su segundo año sin Presupuestos.