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La Organización mantiene en el 3,2% su previsión de crecimiento del PIB mundial en 2025 y en el 2,9% el de 2026, pero advierte de que "estas perspectivas siguen siendo frágiles" ante el desafío que representan la guerra comercial y el tenso tablero geopolítico internacional. Además, avisa del riesgo de correcciones bruscas por las altas valoraciones alcanzadas por activos vinculados a la IA.
La economía internacional ha resistido mejor de lo esperado en este convulso 2025, marcado por la ofensiva comercial sin precedentes lanzada por la Administración Trump a escala planetaria y por las tensiones geopolíticas, que han ido in crescendo, ampliando el foco desde la guerra en Ucrania, a los múltiples conflictos en Oriente Medio, la tensión en torno a Taiwán, o los actuales amagos de una incursión terrestre de EEUU en Venezuela. Con este turbulento telón de fondo, la OCDE ha mantenido en el 3,2% su previsión de crecimiento global para este año, que ha entrado ya en su recta final, una décima menos que en 2024, y en el 2,9% la de 2026, antes de rebotar hasta el 3,1% en 2027.
Así lo recoge el último informe de Perspectivas Económicas de la OCDE, presentado este martes, en el que la Organización de los países desarrollados se reafirma en que España, con un alza del PIB estimada para este año del 2,9% y del 2,2% para 2026, destacará en el pelotón de cabeza del crecimiento mundial tanto este año como el que viene, más que duplicando el aumento del PIB de la eurozona este año (un 1,3%) y casi otro tanto en 2026 (un 1,2%), a pesar de que la Organización ha mejorado en una décima su pronóstico para el bloque del euro en 2025 y en dos décimas el de 2026. España también crecerá muy por encima de EEUU: que lo hará un 2% este año y un 1,7% en 2026, dos décimas más de lo que la OCDE preveía en su informe anterior, de septiembre.
Pese a la aparente resiliencia del PIB global y a la decisión de la OCDE de mantener sus previsiones, fruto esencialmente de la concentración anticipada de la producción industrial y el comercio, así como de una "sólida inversión" en IA y unas políticas monetarias y fiscales que han remado a favor de la actividad, el club de los países ricos advierte de que no se puede bajar la guardia porque "estas perspectivas siguen siendo frágiles".
Aranceles y precios
De un lado, porque los efectos de la guerra comercial declarada por Trump están aún lejos de haberse manifestado en su totalidad. De hecho, la OCDE advierte de que el diluvio de aranceles se traducirá en un gradual incremento de los precios, "reduciendo el crecimiento del consumo de los hogares y la inversión empresarial".
Y de otro, porque un incremento de las barreras comerciales mayor al que ya se ha producido "podría causar daños significativos a las cadenas de suministros y a la producción mundial", sobre todo en el caso de que esas eventuales trabas afectaran a insumos críticos, como las tierras raras, en los últimos tiempos objeto también de disputas comerciales. Es un escenario que, en modo alguno, se puede descartar dado la caótica política comercial de la Administración Trump, que no duda en utilizar los aranceles como medida de presión no solo económica, sino también política.
Por eso, aunque la tendencia apunta a que la desescalada inflacionista continuará en la mayoría de las principales economías, la OCDE advierte de que "los bancos centrales deben mantenerse alerta y reaccionar con prontitud ante los cambios en el equilibrio de riesgos para la estabilidad de precios". Esto es, deben estar "preparados para ajustar el rumbo en caso de nuevas presiones inflacionarias o una debilidad inesperada del mercado laboral".
La IA y el riesgo de correcciones
A eso se añade el fuerte auge de la IA en los mercados. A este respecto, la OCDE alerta de que las elevadas valoraciones que han alcanzado los activos basados en "expectativas optimistas de ganancias corporativas impulsadas por la IA plantean el riesgo de correcciones de precios potencialmente abruptas". Todo ello aderezado por las vulnerabilidades fiscales de muchos países, que podrían elevar la rentabilidad de la deuda soberana a largo plazo, "endureciendo las condiciones financieras y obstaculizando el crecimiento"
En este escenario, en el que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos aboga por un "diálogo constructivo entre países" para lograr una solución duradera para las tensiones comerciales y mejorar las perspectivas económicas, ha ajustado ligeramente sus previsiones para algunas grandes economías europeas. Algunas para mejor, como en el caso de Francia, que crecerá un 0,8% en 2025 y un 1% en 2026, dos y una décima más de lo que pronosticaba en septiembre, y otras para peor. En el caso de Alemania, la OCDE mantiene en el 0,3% su estimación para este año, pero rebaja en una décima la de 2025, hasta el 1%, mientras que en el de Italia empeora en una décima su vaticinio para 2025, al 0,5%, y mantiene en el 0,6% el del año que viene.
En el caso de China, el informe mejora en una décima el pronóstico para 2025, hasta el 5%, mientras que mantiene en el 4,4% la proyección para 2026, en un contexto en el que prevé una desaceleración del consumo por efecto del mayor ahorro preventivo, y mayores contracciones de la inversión inmobiliaria.
Hace una semana, la OCDE presentó las conclusiones de su último estudio económico sobre España, en el que, además de elevar su previsión de crecimiento para el PIB español en 2025 y 2026 y de reconocer su resiliencia y su positiva trayectoria, advertía de los importantes desafíos que afronta la economía nacional. Entre ellos, el previsible aumento de la deuda pública a medio plazo si no se implementan reformas, sobre todo en un contexto marcado por las fuertes tensiones sobre el gasto público que provocarán en los próximos años el envejecimiento de la población (con creciente repercusión en pensiones, sanidad o dependencia), la lucha contra los efectos del cambio climático o las obligaciones internacionales en materia de Defensa.
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