Han transcurrido más de ocho años desde que Pedro Sánchez recuperó la Secretaría General del PSOE. Lo hizo tras una campaña de primarias en la que recorrió España arropado por un grupo de dirigentes socialistas que luego ocuparon puestos de responsabilidad, en Moncloa o Ferraz, cuando Sánchez se hizo con el mando de ambos. Sin embargo, aquellos fieles que estaban en primera línea en 2017 son hoy perfiles quemados por los casos de corrupción y machismo que rodean al Ejecutivo y al partido. Unos, por acción, y los otros, por haber terminado apartados de lo más alto tras chocar con quienes protagonizaron estas tramas.
Hay quienes, como Santos Cerdán y José Luis Ábalos, alcanzaron la cúspide de Ferraz aupados por Sánchez, y ahora mantienen al presidente del Gobierno cuestionado por su implicación en presuntas tramas de corrupción y machismo. A quien fue su primer secretario de Organización, Ábalos, se le investiga por la compra fraudulenta de mascarillas en la pandemia y por facilitar enchufes en empresas públicas. Además, hay audios suyos hablando sobre prostitutas. Y quien le reemplazó, Cerdán, está presuntamente involucrado en una trama de cobro de mordidas en la adjudicación de contratos de obra pública. Francisco Salazar, por su parte, está fuera por las denuncias por acoso sexual registradas contra él.
Del otro lado, otros de los caídos de esa primera línea se han visto apartados de lo más alto por haber confrontado con quienes protagonizaron los casos de corrupción y machismo. Es el caso de Almudena Lastra, que más tarde aseguró que Cerdán orquestó contra ella una "operación de acoso y derribo", o de Carmen Calvo, que supo de las relaciones de Ábalos con mujeres. Solo Sánchez resiste hoy en aquella primera línea.