- JAVIER AYUSO
- Extremadura: mucho más que una moción de censura a Sánchez
- Victoria insuficiente del PP frente a Vox y batacazo del PSOE
Una vez más, Emiliano García-Page, el único barón socialista que gobierna con mayoría absoluta, dio en el clavo al explicar la reacción oficial tras el fracaso sin paliativos del PSOE en las elecciones en Extremadura. "Mucho autoengaño y ninguna autocrítica".
Es la mejor definición de lo que llevamos escuchando desde Ferraz y desde La Moncloa desde el domingo por la noche. Lo más ridículo, tomando a los españoles por idiotas, es lo que dijo la portavoz socialista, Montse Minguez, tras la reunión del Comité Federal del lunes: "El sanchismo está más fuerte que nunca".
Minguez se limitó a enviar el mensaje que quería difundir su secretario general, que en la cumbre poselectoral quiso quitar importancia al batacazo de su candidato, Miguel Ángel Gallardo. Según Pedro Sánchez, la explicación a la pérdida de diez escaños en el parlamento extremeño hay que buscarlo en la abstención y en el crecimiento de la coalición de Podemos e Izquierda Unida, algo que se corregirá en las siguientes citas del ciclo electoral en Aragón, Castilla y León y Andalucía.
A su juicio, ni los casos de corrupción, ni los de acoso sexual, ni las cesiones del Gobierno al independentismo, ni el hecho de presentar a un candidato procesado por tres delitos han influido en su desplome electoral en una región en la que han gobernado durante 36 de los últimos 42 años. Ha sido solo un tropiezo que se solucionará muy pronto, dice el argumentario de Ferraz.
Unas explicaciones que contradicen a todas las encuestas y a la realidad política en España. Sánchez y el PSOE no están, ni mucho menos, en su mejor momento. Todo lo contrario. Están en caída libre sin que ninguno de los palmeros del presidente se atreva a decirlo en público, aunque en privado muestren una enorme preocupación.
No se dan cuenta, además, de que el miedo al ascenso de la ultraderecha (fomentado por ellos mismos) ya no sirve como baza electoral, como se demostró el domingo pasado. La nueva ministra portavoz del Gobierno, Elma Saiz, se estrenó ayer tras la reunión del Consejo de Ministros repitiendo las consignas y las amenazas de que "viene el lobo" y volviendo a poner en la misma categoría al PP y a Vox. Llegó a decir que es muy peligroso dar entrada al partido de Santiago Abascal en las instituciones, cuando ellos lo han hecho con los herederos de los terroristas y con los delincuentes independentistas indultados o amnistiados a cambio de sus votos en el Parlamento.
Es una falacia afirmar que el sanchismo está en su mejor momento, aunque no deja de ser un aviso a navegantes ante los movimientos internos en el partido para cambiar la deriva que les lleva al fracaso. Sánchez se ha cargado una de las esencias de la democracia de los partidos, al eliminar los controles y los contrapesos en el PSOE. La vieja máxima de Alfonso Guerra de que "el que se mueve no sale en la foto", la viene utilizando el presidente desde que recuperó el poder en Ferraz y se quitó de encima a todos los que pudieran hacerle sombra.
Ahora sigue obsesionado con controlar todas las federaciones, como se puso de manifiesto este lunes con el nombramiento de la nueva ministra de Educación, Milagros Tolón, enemiga de García-Page en Castilla La Mancha, y de la navarra Elma Saiz, que hasta hace muy poco defendía la honorabilidad de Santos Cerdán. Cinco ministros candidatos en la comunidades autónomas no le parecen suficientes y sigue ocupando todo el poder territorial desde La Moncloa.
A pesar del férreo marcaje de Sánchez y sus subalternos sobre los cuadros medios socialistas y sobre algunas figuras históricas del partido, cada día surgen nuevas críticas a la deriva socialista. Además de García-Page, que amaga pero nunca da un paso al frente, han salido a la palestra estos días Eduardo Madina, Jordi Sevilla e Ignacio Urquizu con declaraciones y movimientos muy críticos con el sanchismo.
Madina, que perdió la primarias de 2014 frente a Sánchez y abandonó la política activa, afirmó en una red social que la legislatura estaba acabada y recibió la matonesca respuesta de Oscar Puente diciéndole que el que estaba acabado era él. Es el estilo de la casa: intentar acallar cualquier crítica con descalificaciones a personas que se han ganado el prestigio político durante mucho tiempo, arriesgando incluso su vida.
Sevilla ha ido más allá y después de algunos meses de declaraciones y reuniones con otros líderes socialistas, ha lanzado un manifiesto para crear una alternativa a Sánchez. El que fuera ministro de Administración Territorial con José Luis Rodríguez Zapatero, también piensa que la legislatura toca a su fin y que hay que buscar un relevo al actual secretario general que está llevando al partido hacia el abismo. Ha movilizado a una decena de ex altos cargos de su partido para crear una corriente interna que pueda presentar a un candidato alternativo a las próximas primarias.
Por último, Urquizu, diputado del PSOE apartado por el sanchismo en 2019, publicaba ayer un artículo en el que hablaba de la desolación política que cunde en España, en la falta de respuesta de los socialistas y en el desencanto de los votantes progresistas. Aporta el dato de que el 52% de los votantes del PSOE están decepcionados con su partido.
Hay esperanza de que surjan movimientos internos en el socialismo para recuperar el espíritu y los valores de un partido que ha sido decisivo para el desarrollo democrático en España y cuyos principios han sido traicionados por el actual secretario general y sus subalternos.
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