El CEO de la compañía, Sam Altman, ha emitido una carta a sus empleados para dar prioridad al desarrollo de su chatbot tras el avance de Gemini 3.
La presión que enfrenta OpenAi por parte de sus competidores está comenzando a hacer mella en la compañía de IA. Según The Wall Street Journal, los empleados recibieron ayer una circular de Sam Altman en la que se declaraba "el código rojo" para mejorar la calidad del conocido asistente ChatGPT y se retrasaban otros productos para dar prioridad absoluta a su chatbot.
El CEO de la compañía insiste en la nota en que OpenAI tiene mucho trabajo por hacer para mejorar la experiencia diaria de ChatGPT, incluidas las funciones de personalización, su velocidad o que pueda responder a una gama más amplia de preguntas.
Para ello, Altman insta a retrasar el lanzamiento de algunas de las nuevas funciones en las que se estaba trabajando, como la integración de anuncios, las herramientas de compra impulsadas por IA o su asistente personal ChatGPT Pulse.
Esta circular se envió a toda la compañía dejando clara la presión a la que se enfrenta OpenAI, especialmente tras el lanzamiento reciente de la nueva versión del asistente de Google, Gemini 3. Este nuevo modelo de lenguaje ha demostrado ser mejor en las pruebas comparativas que el de ChatGPT, lo que permite a Google recortar su distancia respecto a OpenAI. Tras su lanzamiento, el gigante buscador alcanzó máximos históricos en Bolsa.
Mientras OpenAI ha revelado esta semana que ya cuenta con 800 millones de usuarios activos semanales, Google está recortando la distancia con su principal competidor rápidamente. Tras el lanzamiento en verano de su asistente de imágenes, Nano Banana, los usuarios han aumentado de 450 millones a 650 millones en tres meses.
Además, OpenAI también se enfrenta a la presión de Anthropic, que está ganando popularidad entre las empresas.
Las dudas sobre la viabilidad financiera de la compañía de Altman también juegan en su contra. OpenAI tiene comprometidos ciento de miles de millones en inversiones de centros de datos para el despliegue de la IA, lo que liga estrechamente su futuro a otras empresas como Nvidia, Oracle o Microsoft.
Asimismo, la compañía no es rentable y necesita captar fondos constantemente. El mercado apunta a que podría necesitar unos 200.000 millones de dólares hasta 2030 si sigue al ritmo actual.
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