- El BCE mantiene los tipos en el 2% y entierra la posibilidad de más recortes ante el fuerte crecimiento
- Análisis. La sorpresa en la economía altera la paz del BCE
- Editorial. Una posición estable para el BCE en 2026
La inversión de las empresas en la IA impulsa la economía de la zona euro más de lo esperado.
La sorpresa en la última reunión del Banco Central Europeo no vino del lado de la política monetaria: Fráncfort mantiene por cuarta vez consecutiva los tipos de interés en el 2% alcanzado el pasado mes de junio. Tampoco, de las previsiones de crecimiento, pues como había anticipado la propia presidenta, Christine Lagarde, se revisaron al alza en dos décimas para este año, hasta el 1,4%, y el próximo, cuando el PIB de la zona euro crecerá un 1,2%. Por su parte, la inflación crecerá un 2,1% este ejercicio, en línea con lo previsto en septiembre, aunque en 2026 repuntará dos décimas, hasta el 1,9%.
Lo llamativo llegó cuando la máxima responsable del BCE explicó que uno de los motivos que impulsa la economía más de lo pronosticado es la mayor inversión de las empresas en adoptar la inteligencia artificial (IA). El débil gasto en inversión y desarrollo ha sido una de las causas de la pérdida de dinamismo de la economía comunitaria, así como de su retraso frente a las potencias más innovadoras, principalmente China y Estados Unidos. Aunque, a diferencia de estas economías, la mayor parte de la inversión en el continente tiene que ver con la implementación de tecnologías importadas y no en desarrollar soluciones propias, supone un elemento esperanzador que el sector productivo haya dado un paso al frente para tratar de reducir la brecha tecnológica con esas economías.
Y ello a pesar de que la debilidad estructural del continente, las flojas perspectivas económicas y las incertidumbres geopolíticas que empañan el futuro de la UE debido, precisamente, a su elevada dependencia de terceros en materias y desarrollos clave. Pero no todas las sorpresas han sido positivas, ya que los técnicos de la autoridad monetaria también constatan una resistencia mayor de la inflación del sector servicios, respecto a la de otras actividades, que podría impedir a Fráncfort incluso instalarse a largo plazo en una cómoda posición contemplativa si los precios se mantuvieran en torno al objetivo del 2%.
De momento no parece una tendencia inquietante, pero es lo que justifica la revisión de las proyecciones de inflación y la prudencia en los mensajes de Lagarde sobre si ya se ha llegado al final del proceso de ajuste monetario en la zona euro. Pese a ello, algunos analistas ya sugieren que el BCE podría verse forzado a volver a subir sus tasas de referencia tan pronto como en junio del próximo año guiándose por la cotización de los futuros sobre los tipos de interés.
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