- MARTA FERNÁNDEZ GUADAÑO
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La gallega Marta Cortizas, de El Celler de Can Roca, ha batido récords al ganar varios reconocimientos.
A Marta Cortizas (La Coruña, 1992) le encanta estudiar. "Necesito sentarme todos los días para tener un ratito de estudio", dice. Sus otras dos rutinas son la bicicleta y trabajar en El Celler de Can Roca -tres estrellas Michelin en Girona y dos veces mejor restaurante del mundo-. Por su sala pasea etérea y discreta, casi siempre acariciando una botella que explica al comensal con sencillez y sentimiento, pero sin florituras y, lo más importante, sin ego. Sin proponérselo, Cortizas ha redefinido su oficio por la vía de los hechos. Tanto estudiar desembocó en récord múltiple. El último galardón, a principios de diciembre, que ganó el premio a Mejor Sumiller de España en 2025 en el Campeonato Ibérico de la UES (Unión Española de Sumilleres).
Es, sin duda, la sumiller del momento, aunque a ella le cueste hablar de competir y ganar. Pero la realidad es que los reconocimientos se han sucedido en apenas año y medio. En abril, se llevó el primer premio en el certamen de UAES (Unión de Asociaciones Españolas de Sumilleres) y ASI (Association de la Somellerie Internationale), coorganizado con Grupo Gourmets. En 2024, ganó Mejor Sumiller de Cataluña.
No son galardones otorgados de manera más o menos subjetiva por su brillante rol dentro del equipo líquido de El Celler de Can Roca, capitaneado por Josep Pitu Roca, sino que son consecuencia de trabajar, estudiar y catar. Esos campeonatos se basan en superar un sinfín de pruebas en las que hay que demostrar capacidad para identificar terruños, regiones, bodegas y añadas. Esta literal campeona añade más distinciones como Personalidad Emergente en el Mundo del Vino por International Wine Challenge o la mejor del año en su oficio según Montagud.
Bellas Artes
El vino no entraba, en absoluto, en sus planes. Hija de un taxista nacido en Villarmayor y una dependienta de Monfero, Cortizas vivía de niña en Culleredo -localidad a las afueras de La Coruña-, pero "pasaba casi la mitad de la semana en casa de mis abuelos en el campo. Recuerdo mi vida recogiendo la hierba, dando de comer a las vacas, ayudando a nacer terneros y matando pollos. Creo que la dualidad entre la vida urbanita del colegio y la del campo me ha marcado mucho más de lo que soy consciente".
Optó por estudiar Bellas Artes en la Universidad de Vigo -facultad situada en Pontevedra-, donde añadió un Máster en Creación e investigación en Arte Contemporáneo, además de estudios de Arte y Diseño en Kingston University, en Londres. "Siempre pensé que iba a ser artista y me iba a dedicar a pintar, esculpir, hacer serigrafía o fotografía. He bailado toda mi vida, llegué a dedicarme al teatro y he trabajado de todo; he cuidado niños, he dado clases y he estado en tiendas de ropa", cuenta.
Mientras estudiaba en Pontevedra, conoció a su pareja, Javi Alonso, que era jefe de cocina de O Eirado, estrella Michelin propiedad de Iñaki Bretal. "Fue Javi quien un día me dijo: 'a ti qué te gusta tanto el vino, ¿por qué no te animas a estudiar en el Instituto Galego do Viño?'". Y, como a Cortizas le encanta estudiar, fue a ello. En el centro gallego se graduó como sumiller profesional cum laude y número uno de la promoción -además, tiene la cualificación avanzada internacional WSET Nivel 3-. "Desde el primer momento, sentí que aquello era lo mío; el vino es historia, gastronomía, climatología y geología", define.
De Solla a El Celler
Gabriel Vázquez Búa, maître de Solla, vio a Cortizas trabajando en un bar de Pontevedra. La propuso ir a hacer cócteles en la terraza del estrella Michelin de Pepe Solla en Poio. "A la semana, me propusieron salir a la sala para probar si me gustaba; después, pasé al vino. Pepe y Gabriel me enseñaron el oficio de servir". De 2018 a 2021, trabajó en el espacio pontevedrés, mientras finalizaba sus estudios.
Ayudada por Solla, se fue a hacer prácticas a El Celler de Can Roca. "Mi bagaje en la gastronomía era muy limitado; me habían contado que era el mejor sitio para aprender de vino. Desde que entré por la puerta, sentí El Celler como mi casa". Tras cuatro meses de prácticas, Pitu Roca le propuso quedarse siempre que Solla estuviera de acuerdo -la idea era regresar allí-. Lo estuvo y Cortizas se quedó en Girona.
Lo que el mediano de los Roca le dijo la marcó: "No puedes renunciar a tu talento". En 2021, la gallega entró en el equipo de sumilleres de El Celler, a cuya cocina se incorporó Javi Alonso. "Se vino a la aventura cuatro meses de prácticas y, finalmente, se quedó. Es maravilloso trabajar los dos en El Celler", dice ella.
Con Pitu Roca y compañeros como Audrey Doré -hoy, directora de Vii, bar de vinos y tapas de los Roca-, emprendió un camino de "aprender y viajar a lugares como Borgoña o Burdeos". Y de estudio, tanto de horas de codos frente a los libros, como de cata. "Tengo la suerte de probar
Josep 'Pitu' Roca se define como "camarero de vinos" en El Celler de Can Roca.EXPANSIONmuchísimos vinos todos los días; presto mucha atención para memorizar sensorialmente; estoy en el mejor sitio para seguir practicando", admite. Cortizas es hoy sumiller jefe de un equipo de ocho profesionales -incluidos dos en prácticas-, con una bodega de 7.259 referencias y 40.000 botellas en El Celler -los Roca añaden 80.000 más en Esperit Roca, su hotel restaurante a las afueras de la ciudad-.
Oportunidad
Estudiar llevó a competir. "Siempre he mirado con muchísima distancia los concursos, pero Pitu me dijo que me los tomara como una oportunidad para formarme y conocer gente. Y, al final, estudiar para los concursos fue un planazo. Pensaba que no era una persona competitiva, aunque en la bicicleta sí lo era", asegura. Con su pareja, es imagen de Castelli Cycling, marca icónica del ciclismo con sede en Girona, ciudad famosa por atraer a ciclistas internacionales. "Salimos todos los días en bici como terapia para desconectar".
Seguro hay sumilleres que tienen un bagaje de más años o en restaurantes de medio mundo y otros que solo venden humo y carecen de conocimientos, pero la receta de capacidad de estudio, perseverancia y humildad pertenece a Cortizas. "Me gusta el vino porque nunca sabré todo lo que hay que saber. Me encanta cuidar; llegué al lugar donde se cuida y eso me enganchó. En Pitu, vi un maestro, un mentor, que me enseñó la hospitalidad".
Cortizas defiende una nueva sumillería "más cercana, natural, normal, contando menos, vendiéndonos un poco menos como sumilleres, con menos adornos y simplemente disfrutando del día a día, lo que no quiere decir menos profesional. Eso es lo que yo quiero representar", desgrana la sumiller, que cree que "el cliente quiere vinos más digeribles y saludables; la tendencia es a escoger mejor qué se bebe, a vinos de agricultura con poca intervención, lo que es compatible con los clásicos de grandes bodegas".
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