- MARTIN ARNOLD
Un conjunto de nuevas normas impulsará el crédito y los beneficios y consolidará el dominio estadounidense. Pero los críticos advierten que podría conducir a otra crisis.
Una foto de Farmers & Drovers Bank ocupa un lugar destacado en la estantería junto al escritorio de Michelle Bowman en la Fed en Washington, como recordatorio de sus vínculos familiares con uno de los bancos más antiguos de Kansas.
El tatarabuelo de Bowman fue el primer presidente del banco de 143 años del que su familia aún es propietaria en la zona rural del Medio Oeste. Sus raíces en la banca la convirtieron en la opción clara para que el presidente de EEUU Donald Trump la nombrara vicepresidenta de supervisión de la Fed en junio, y también es candidata a suceder al presidente de la Fed, Jerome Powell.
El hecho de que Bowman lleve la banca en la sangre también explica el entusiasmo con el que ha impulsado uno de los cambios más significativos en décadas en la regulación financiera estadounidense. La iniciativa, acompañada de una reducción del 30% de la plantilla del departamento de supervisión y regulación de la Fed, se ajusta a los objetivos más amplios de la Administración Trump de reducir el tamaño del Estado y eliminar regulación.
Los analistas han pronosticado que las reformas de la regulación bancaria estadounidense que lidera liberarán casi 2,6 billones de dólares en capacidad crediticia e impulsarán la rentabilidad de los bancos del país al reducir el requisito de capital frente a pérdidas.
Muchos en Wall Street y entre los partidarios de Trump han aplaudido a Bowman por su promesa de eliminar lo que consideran restricciones excesivas a la banca para estimular el crédito, la innovación financiera y el crecimiento económico.
Afirman que la intervención sobre el sector tras la crisis de 2008 fue excesiva, expulsando la toma de riesgos de los bancos y desplazando grandes segmentos de la actividad crediticia y comercial hacia mercados de crédito privado y 'hedge fund' con una supervisión más laxa.
Los rivales extranjeros de los grandes bancos de Wall Street temen que una relajación de las normas en EEUU dé a las entidades del país una poderosa ventaja, permitiéndoles ampliar su ya dominante posición en muchos sectores internacionales de capitales.
Los críticos de Bowman advierten de que la dilución de gran parte de las normas financieras estadounidenses, poco más de dos años después del colapso de varios bancos de tamaño mediano, fomentará una asunción excesiva de riesgos por parte de los bancos, expondrá a sus clientes a más irregularidades y pérdidas, e incluso sentará las bases de la próxima crisis financiera. Algunos temen una competencia regulatoria a la baja, a medida que los banqueros de todo el mundo presionen a sus propios reguladores para que suavicen las restricciones.
Michael Barr, predecesor de Bowman como vicepresidente de supervisión, señaló el mes pasado que los "periodos de relativa calma financiera" han dado lugar repetidamente a intentos de debilitar la regulación y la supervisión. "Esto ha tenido a menudo consecuencias nefastas, como vimos durante la crisis financiera mundial", advirtió.
Reformas
Las reformas iniciales de Bowman se centran en liberar capacidad de crédito de los bancos, relajando muchas de las restricciones que determinan el nivel de capital que deben asignar a dichos préstamos y otros activos en sus balances.
Una de las lecciones de la crisis de 2008 fue que los bancos muy endeudados carecían del capital propio necesario para absorber grandes pérdidas, lo que dejaba a los reguladores ante la incómoda disyuntiva de permitir la quiebra o rescatarlos para proteger a los depositantes.
En los años siguientes, los bancos se vieron obligados a aumentar drásticamente sus niveles de capital. El capital básico Tier 1 -la principal referencia del capital bancario- que atesoran los principales bancos estadounidenses se ha más que duplicado desde 2011, superando los 1,1 billones de dólares, según JPMorgan .
En un evento celebrado el mes pasado en Madrid, Bowman elogió estas reformas poscrisis calificándolas de "muy importantes". "Lo que pudimos crear o calibrar en los años posteriores a la crisis financiera puede, o no, seguir siendo adecuado", añadió.
"En 15 años la economía ha experimentado un enorme cambio", afirmó. "Hemos visto diversas innovaciones y compromisos de los que a nuestros bancos en particular les gustaría formar parte, pero el entorno regulatorio les impide hacerlo".
Esto sonó a música celestial a muchos banqueros presentes ese día, aunque Bowman afirmó que prefería describir el proceso como "modernización" en lugar de desregulación.
La Fed ya ha aprobado algunas de sus reformas previstas, como la relajación de la llamada ratio de apalancamiento suplementaria mejorada, que establece el capital no ajustado al riesgo que necesitan los mayores bancos de EEUU en proporción a sus activos totales.
El plan reducirá la ratio de al menos el 5% a entre el 3,5% y el 4,25%. Los supervisores estiman que esto liberará 13.000 millones de dólares de capital en las sociedades hólding de los ocho mayores bancos de EEUU y 210.000 millones de dólares en las filiales que toman depósitos.
Bowman afirma que esto eliminará una barrera que disuade a los bancos de ser más activos en el mercado de bonos del Tesoro estadounidense de 29 billones de dólares, impulsando las ventas de deuda pública. Los funcionarios señalan que se limita a alinear las regulaciones estadounidenses con la normativa internacional al eliminar las protecciones adicionales que puso antes Washington.
Sin embargo, Barr, que aún es miembro de la junta directiva de la Fed, votó en contra del plan, advirtiendo de que "aumentaría significativamente" el riesgo de quiebra de un gran banco. Se mostró "escéptico sobre que logre el objetivo de fortalecer la resistencia del mercado de bonos del Tesoro". El banco central también ha presentado planes para revisar a fondo sus pruebas de solvencia anuales tras un recurso legal sin precedentes presentado el año pasado, que argumenta que las pruebas eran ilegales por su falta de transparencia.
"Las pruebas de solvencia han sido el factor determinante de los requisitos de capital para los grandes bancos estadounidenses", señala Douglas Elliott, socio de la consultora Oliver Wyman. "Es probable que, en la práctica, los cambios suavicen esta limitación".
La Fed estima que sus propuestas de divulgar y solicitar valoraciones sobre sus modelos para evaluar la resistencia del sector reducirían los requisitos de capital a los principales bancos en unos insignificantes 0,25 puntos porcentuales de media frente a los últimos dos años.
Barr también votó en contra de estos cambios, porque "debilitarían y restarían credibilidad a las pruebas de solvencia" al generar "proyecciones excesivamente optimistas" y abrir el proceso a "la manipulación de los bancos".
Sin embargo, la Fed aún tiene que presentar en detalle otras reformas, como la reducción del colchón de capital adicional que exige a los bancos más grandes. Se espera que EEUU lo rebaje para ajustarlo al estándar global más bajo impuesto a otros bancos considerados sistémicos.
Basilea III
Uno de los puntos más esperados de la agenda de Bowman es su plan para completar la implementación de las llamadas normas de Basilea III, los estándares de capital acordados por un comité de reguladores globales con sede en la ciudad suiza. Previstos para principios del próximo año, estos cambios implementarán reformas de los requisitos de capital bancario acordados inicialmente hace una década en respuesta a la crisis de 2008.
Hace un par de años, Barr propuso una versión más estricta y "reforzada" de las normas que habría impuesto requisitos de capital adicionales de casi el 20% a los mayores bancos de EEUU. Sin embargo, tras las intensas presiones del sector contra lo que denominó el "Final de Basilea", esta versión fue descartada.
Bowman espera presentar sus planes para implementar una versión más flexible de las normas de Basilea III, que probablemente sea más aceptable para Wall Street, a principios del próximo año. Los analistas prevén que estas sean, en general, neutrales en términos de capital para la mayoría de los bancos estadounidenses.
"Todos los bancos en EEUU, en particular los grandes bancos, quieren que se implemente Basilea III y seguir adelante", afirmó Daniel Pinto, vicepresidente de JPMorgan, en un evento en Fráncfort el mes pasado. Se espera que la propuesta revisada de EEUU mantenga el capital bancario "prácticamente sin cambios", según Pinto, que añadió que esto "crea una situación en la que tenemos entre 50.000 y 60.000 millones de dólares de exceso de capital por estar preparados para el peor escenario según la interpretación de Michael Barr".
Esa suma equivale a la capitalización de mercado total del banco francés Société Générale, lo que subraya la diferencia de escala entre las entidades estadounidenses y europeas.
Los 13 principales bancos estadounidenses cuentan ya con un excedente de capital por encima de sus mínimos regulatorios de unos 200.000 millones de dólares, según Rebecca Boeve, especialista en inversiones de la división de banca privada de JPMorgan. "La desregulación debería permitir a los bancos destinar este exceso de capital al crecimiento de los préstamos, recompras de acciones y dividendos, y fusiones y adquisiciones", afirma.
No obstante, algunos ejecutivos de bancos estadounidenses aún muestran preocupación por la duplicación del capital para cubrir los riesgos operativos y de mercado que creen que podrían surgir entre las normas de Basilea y los colchones impuestos por la Fed a partir de los resultados de sus pruebas de solvencia.
Miembros del comité bancario del Senado escribieron el mes pasado a Bowman y a Powell pidiéndoles que eviten la "sobrecapitalización de riesgos" que ya han sido tenidos en cuenta por las normas estadounidenses.
Esto ha generado preocupación entre los reguladores europeos sobre si Estados Unidos se adherirá plenamente al acuerdo original de Basilea, a pesar de que Bowman les ha asegurado que lo hará.
Reino Unido y la UE ya han retrasado la implementación de sus versiones de las normas de Basilea III, a la espera de ver qué hace EEUU.
La Fed también anunció el mes pasado una relajación significativa de su sistema de calificación de "grandes entidades financieras", una herramienta de supervisión que impone restricciones a las actividades de mayor riesgo de los bancos con una valoración distinta a "bien gestionados".
"Desde la crisis financiera, nos hemos centrado en cuestiones de procedimientos, en el cumplimiento de requisitos", señaló Bowman. "Si bien son importantes, no lo son tanto como las cosas que realmente conducen a la quiebra de un banco, como el riesgo financiero material".
Europa
Lo que ya está claro es que los bancos de Wall Street probablemente serán los mayores beneficiarios de las reformas de Bowman. La consultora Alvarez & Marsal estimó en un informe reciente que la desregulación liberaría casi 140.000 millones de dólares de capital para las entidades crediticias estadounidenses, lo que aumentaría su rentabilidad sobre el capital en casi un 6%.
Fernando de la Mora, corresponsable de servicios financieros de Alvarez & Marsal, prevé que a los bancos británicos también les iría bien, con una reducción de sus requisitos de capital de alrededor del 8% gracias a los cambios regulatorios previstos y a unas pruebas de solvencia menos onerosas.
Sin embargo, afirma que los bancos de la UE se verían en gran medida perjudicados, ya que se espera que sus requisitos de capital totales aumenten ligeramente, en un 1%. Los reguladores suizos irían en la dirección opuesta, elevando los niveles de capital en un 33% en respuesta a la crisis de 2023 en Credit Suisse, que obligó a su rescate por parte de UBS.
"Nuestra opinión es que Reino Unido seguirá rápidamente a EEUU en materia de desregulación y probablemente logrará aproximadamente la mitad de la reducción en los requisitos de capital", afirma De la Mora. "Pero en la UE sólo hablamos de simplificación, no de reducción".
Animados por la perspectiva de la desregulación estadounidense, los banqueros británicos y de la UE ya piden a los reguladores que alivien las restricciones. UBS, frustrado por un aumento previsto de 26.000 millones de dólares en sus requisitos de capital, está considerando trasladar su sede a EEUU.
En Reino Unido, donde el Gobierno también impulsa una regulación más favorable al crecimiento, los ejecutivos esperan que los resultados de la última evaluación de los requisitos de capital del Banco de Inglaterra suavicen algunas normas; Sarah Breeden, vicegobernadora del BoE para la estabilidad financiera, insinuó recientemente que estaba considerando reducir los requisitos de ratio de apalancamiento de los bancos.
En el evento en Madrid al que asistió Bowman, afirmó que, cuando se introdujo, no esperaba que la ratio de apalancamiento fuera algo "vinculante de forma rutinaria para las firmas". "Si nos fijamos en los bancos de Reino Unido podemos ver que es vinculante para bastantes de ellos", añadió, cuestionando si el sistema estaba "funcionando como esperábamos".
El Banco Central Europeo, que regula a los grandes bancos de la UE, también se prepara para presentar las conclusiones de un grupo de trabajo que estudia la simplificación de las normas. Sin embargo, la principal supervisora del BCE, Claudia Buch, ha restado importancia a la idea de que pueda reducir significativamente los requisitos de capital bancario. "Los bancos mejor capitalizados tienen mayor capacidad para dar crédito, especialmente en tiempos de crisis", afirmó.
Los ejecutivos de los bancos europeos temen perder aún más cuota de mercado frente a sus rivales estadounidenses como resultado de la aparente divergencia en las normas de capital. "Son muy malas noticias", afirma un alto ejecutivo de la banca europea.
George Bridges, asesor principal de Ana Botín, presidenta ejecutiva de Banco Santander, afirma que las autoridades estadounidenses van a "utilizar todos los recursos a su alcance para que Estados Unidos sea mucho más atractivo para el capital y para fortalecer los bancos e instituciones financieras estadounidenses".
"¿Cómo vamos a responder a eso? Creo que en Londres, Bruselas y Fráncfort tendremos que mantener un diálogo urgente sobre nuestra mentalidad respecto a la regulación y la supervisión, y sobre nuestra tolerancia del riesgo".
A medida que Bowman transforma el panorama regulatorio estadounidense a favor de sus bancos, otros reguladores temen que aumente la presión para que se sigan sus pasos, y se corra el riesgo con ello de erosionar las barreras establecidas para evitar otra crisis financiera.
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