- ANDRÉS STUMPF Bruselas
Los Estados miembros deben ratificar el texto para que los líderes europeos firmen en Brasil el sábado el pacto comercial, pero Francia revive los fantasmas de un bloqueo.
"Llegué a la carrera diplomática cuando se inició la negociación del acuerdo comercial con Mercosur y, 25 años después, es algo a lo que se le sigue dando muchas vueltas y que no está nada claro". Así se expresan fuentes diplomáticas a tan sólo cuatro días de la fecha prevista en la que los líderes europeos tienen pensado viajar a Brasil para la ceremonia de firma del acuerdo comercial con Mercosur, el bloque formado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay.
Lo que se esperaba que se convirtiera en una plácida cita histórica se ha convertido en un dolor de cabeza después de que algunos Estados miembros hayan manifestado serias dudas sobre su posición respecto al acuerdo. La nueva alianza comercial está pendiente de la ratificación por parte del Consejo de la Unión Europea, pero pende de un hilo con países como Polonia, que se ha mostrado abiertamente en contra de la firma, y que otros, como Francia, hayan vuelto a endurecer su postura.
Reviven los fantasmas del pasado que paralizaron el acuerdo llamado a crear uno de los mayores espacios de libre comercio del mundo al unir los 500 millones de consumidores europeos y los 270 millones de consumidores de Mercosur en un régimen en el que se irán desmantelando los respectivos aranceles a lo largo de los próximos 15 años.
En conjunto, se estima que el bloque americano eliminará los aranceles al 93% de las exportaciones de la UE, mientras que el europeo hará lo mismo con el 82% de las importaciones agroalimentarias procedentes de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay.
"Estamos hablando de unir dos de los bloques comerciales más grandes del mundo. Y al hacerlo, en un momento de creciente incertidumbre geopolítica, creamos una plataforma basada en la confianza, basada en reglas, donde podemos trabajar con Mercosur en los grandes desafíos a nivel global de nuestro tiempo. Estamos hablando de clima, seguridad económica, reforma del orden global basado en reglas, y así sucesivamente", aseguró ayer Olof Gill, portavoz de Comercio de la Comisión Europea, que definió esta cuestión como "de una importancia crucial desde el punto de vista económico, diplomático y geopolítico".
La Comisión Europea presentó en septiembre el texto definitivo de su acuerdo comercial con Mercosur, abordando con salvaguardas las dudas sobre el impacto de la nueva relación comercial en la agricultura con el objetivo de esquivar el histórico bloqueo de Francia. Varios meses después, y acogotado por numerosas crisis políticas recientes, la posición del país galo vuelve a convertirse en el principal impedimento.
"Para nosotros, este tratado es inaceptable en su forma actual", indicó el domingo el ministro de Economía y Finanzas, Roland Lescure en una entrevista por el diario económico francés Les Echos.
El bloqueo francés, que ha pedido expresamente posponer la ratificación al inicio del próximo año, coincide con un recrudecimiento de las tensiones con los agricultores en el país que han convocado duras protestas en contra del acuerdo comercial. También en la propia Bruselas habrá réplicas de esas manifestaciones agrarias el jueves que, aunque más centradas en los recortes que podrían acarrearles los nuevos presupuestos europeos que negociarán ese mismo día los líderes, también abarcarán el pacto comercial trasatlántico.
Italia, clave
Según señalan fuentes comunitarias, Italia, que no ha definido todavía su postura, puede convertirse en la llave para que el acuerdo con Mercosur salga adelante en tiempo y forma o descarrile de forma casi definitiva. El Consejo de la Unión Europea necesita ratificar la propuesta por mayoría cualificada en cuanto a número de países y que estos representen un 65% de la población del bloque comunitario.
España es uno de los grandes defensores de la firma de este pacto comercial que, según los datos manejados por el Ministerio de Economía, serviría para impulsar en más de un 50% las exportaciones de vino y de aceite de oliva, entre otros productos.
"Creo que se trata de la credibilidad y la previsibilidad de la UE. En Europa, a menudo hablamos de la necesidad de ser estratégicos. Hay que tomar una decisión estratégica", indicaba ayer Maros Sefcovic, comisario de Comercio, sobre la importancia de que la Unión Europea ratifique el texto del acuerdo comercial con Mercosur. De lo contrario, el comisario considera que los socios que conforman el bloque americano podrían acabar hartos de retrasos y enterrar de forma definitiva las aspiraciones de la alianza.
La amenaza de EEUU, en lo comercial, de Rusia, en la seguridad, y de China, en lo industrial, no parecen haber generado una reacción política lo suficientemente fuerte como para terminar de desencallar el acuerdo o comercial pese a la voluntad unánime de todos los Estados miembros de diversificar las relaciones comerciales. El pacto con Mercosur, además de haberse centrado en la posibilidad de que la UE pueda exportar sin trabas sus automóviles y otros bienes industriales, aseguraba un acceso privilegiado al suministro de tierras raras del bloque americano, clave para reducir su dependencia respecto a China en este ámbito.
Con todo en juego, el Parlamento Europeo vota hoy las salvaguardas reforzadas que acompañan al acuerdo de Mercosur. Aunque todos los focos apuntan a los países en contra y la posibilidad de que alcancen o no en el Consejo de la UE una minoría de bloqueo, la deliberación de los europarlamentarios puede tensar todavía más la situación o allanar algo el camino.
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