Hay quien en el Gobierno no vacila en describir este fin de año como «terrorífico». La tormenta perfecta en la que están inmersas los socialistas, con los casos de presunta corrupción y las denuncias por acoso a cargos del partido, ha situado a Pedro Sánchez en uno de los momentos más críticos desde que accedió a La Moncloa. Por si no era suficiente, Sumar descargó otro nubarrón de rayos y tormenta al exigir Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda, una «remodelación profunda» del Gobierno, argumentando que «así no podemos seguir». Aunque el ala socialista del Ejecutivo evita el choque público con su socio, el planteamiento y las formas de Díaz, secundadas por el ministro Ernerst Urtasun, portavoz también de Sumar, generan enfado. «Yolanda se ha equivocado», sostienen fuentes socialistas al más alto nivel.
En Sumar se justifica el órdago porque el «inmovilismo» exhibido por Sánchez «no es una opción», pero poco a poco se enfría la petición de cambiar a los ministros, visto que es una batalla que no se va a ganar. Ahora el socio minoritario vuelca toda la urgencia en impulsar políticas tangibles que «relancen» la legislatura y, en segundo plano, plantea reivindicaciones para mejorar el «funcionamiento» interno de la coalición, donde la voz de Sumar tenga más peso y sea escuchada dentro del Gobierno. Sobre todo en temas como los de vivienda, donde por mucho que aprieta no arranca cambios.
Aquel movimiento de Díaz se analiza desde La Moncloa como precipitado. «No midió. No puede poner a su socio en esa disyuntiva». Creen que el camino era el que marcó desde un principio Antonio Maíllo, líder de IU, que exigió una reunión de la comisión del seguimiento del pacto de gobierno. «Sumar y Yolanda están muy débiles. Hay presión interna y externa -por Podemos-, pero este Gobierno no es machista ni corrupto», expone una ministra. Desde el primer momento Sánchez ignoró la exigencia de su vicepresidenta. Los socialistas trasladan en público «respeto» por lo que consideran una «opinión», sin más, y hasta condescendencia -«Todo mi respeto y cariño, no tengo más que buenas palabras y pensamientos para Sumar y Díaz»-, pero ese apretar de tuercas no ha gustado. Como ocurre en estos casos, uno de los ministros de la guardia de corps del jefe de Ejecutivo, Óscar Puente, dice lo que Sánchez no puede: «No sé si incluye a ministros de Sumar», le lanzó en TVE sobre su petición de cambios.
Sánchez no va a llevar a cabo una gran reestructuración porque entiende que eso sería admitir que su gabinete está implicado en los casos de presunta corrupción y acoso sexual, y él defiende que nada de lo conocido afecta a un ministro. «Están en caída libre», concluye un miembro socialista del Gobierno sobre su socio, que pone de ejemplo cómo han cogido temas bandera como la vivienda para tratar de tener foco. «Tiene un problema y es que no conectan con una base social».
Sánchez, en su última comparecencia en el Congreso ya mostró su hartazgo con Sumar porque censure al Gobierno siendo Gobierno. Además, en esta ocasión, el sector socialista tiene la convicción de que han puesto el foco donde no era oportuno, justo en un momento donde se palpa la debilidad de la coalición, con los socios de gobernabilidad mostrando sin tapujos sus dudas sobre la viabilidad de la legislatura. «Lo importante es no perder el objetivo y el horizonte», señalan los socialistas.
En todo caso, habrá reunión a finales de esta semana y la delegación del PSOE la encabezará la secretaria de Organización, Rebeca Torró.Sumar evita confirmar aún quién acudirá por su parte, porque también dependerá de los «temas» a tratar.
No obstante, la relevancia que Sumar da a esta cumbre es máxima. Pues es la mesa donde aspira a arrancar al PSOE compromisos concretos para cambiar el rumbo y recuperar el pulso de la legislatura. Su diagnóstico con el socio es muy duro: Sánchez ha caído en la «desorientación» y en la «parálisis» y urge reaccionar para salir de la crisis. Hay gran preocupación.