«Confío y aspiro a obtener la confianza mayoritaria de mi pueblo, de mi gente, de gente que ha visto que hacemos las cosas sin pensar en quién nos ha votado a nosotros». María Guardiola, la gran favorita para ganar las elecciones este domingo y retener la presidencia de la Junta de Extremadura, cerró con este mensaje central su último día de campaña. Lo hizo a primera hora en Talayuela (Cáceres) para luego atravesar de norte a sur toda la región en una ruta donde visitó otras nueve poblaciones más (Peraleda de la Mata, Almaraz, Trujillo, Cáceres, Valencia de Alcántara, Alburquerque, Almendralejo, Villafranca de los Barros y final en Badajoz, la ciudad elegida para despedir la campaña... sin el respaldo de su líder nacional, Alberto Núñez Feijóo.
En esta última semana antes de que decidan las urnas el domingo parece alejarse definitivamente el sueño de no depender de Vox, que era el objetivo principal cuando María Guardiola apretó el botón del adelanto electoral o, al menos, aproximarse lo máximo posible al número mágico, el 33, para depender lo menos posible del partido de Abascal. Sin embargo, todo ha cambiado en estos últimos cinco días. El lunes, cuando aparecieron las últimas encuestas -incluida la de Sigma Dos publicada por EL MUNDO-, el PP se quedaba a tres escaños de media de la mayoría absoluta, pero aún había esperanzas. El PSOE de Miguel Ángel Gallardo continuaba sin freno en caída libre y los incesantes episodios de corrupción y denuncias de acoso en el gobierno de Pedro Sánchez hacían prever un crecimiento. Había ilusión, con cierta precaución, pero ilusión, al fin y al cabo, también alimentada por los trackings internos. De hecho, hace justo siete días, el viernes pasado, la subida ese día fue del 0,5%. La tendencia era al alza, por mucho que la omnipresencia de Santiago Abascal como verdadero candidato de Vox a estas elecciones en Extremadura, llenara calles y recintos a su paso. Sin embargo, esa meta parece ya una quimera y no se detecta ya en el ambiente de campaña de los populares extremeños.
Por eso, no fue casualidad que María Guardiola no citara ayer expresamente la búsqueda hasta el final de la mayoría absoluta, un objetivo que había enfriado el presidente nacional de su partido, en su última visita esta semana a Extremadura, cuando entonces habló de «obtener más votos que toda la izquierda junta». Ayer lo refrendó dando por bueno sacar diez puntos de ventaja a Gallardo. De hecho, en las últimas elecciones celebradas en mayo de 2023, Guillermo Fernández Vara fue el ganador con 242.659 votos (39,9%) y 28 escaños, seguido muy de cerca por el PP, que logró también 28 diputados (38,84%) pero 6.000 votos menos. Vox logró cinco escaños (8,12%) y Unidas por Extremadura 4 (5,98%).
Es un hecho que el cambio de tendencia que se producirá este domingo es rotundo después de estos dos años y medio después, pero parece que no culminará del todo, salvo cambio radical o movilización de última hora de los indecisos (o los que ocultan el voto), cifrado en un 15%, según Sigma Dos. «Hemos demostrado que otra Extremadura es posible. Este domingo, llenemos las urnas de ilusión y esperanza», apeló ayer Guardiola en su mensaje final después de unas últimas horas difíciles, con los socialistas agitando toda la artillería a la desesperada para intentar desgastarla y donde por primera vez en mucho tiempo en estos días no se produjo un cara a cara directo con el verdadero rival en esta campaña, el presidente nacional de Vox, Santiago Abascal.
De hecho, en su último vídeo que publicó en redes sociales, con imágenes en el interior de su vehículo, apareció hablando por teléfono en tono distendido con varios ciudadanos que aseguraban, con cariño y cercanía, que le iban a votar. Unos le llamaban «la Guardiola», otros «María», o directamente «María Guardiola»: «La voy a votar, ojalá saque la mayoría absoluta». Fue la primera y la última que se escucharon estas dos palabras, una detrás de la otra, en el último día de una extraña campaña...