- El elefante en la habitación del mercado único de la UE
- ¿Quién mató el sueño del mercado único europeo?
La persistencia de barreras regulatorias va a acelerar la deslocalización empresarial.
El mercado único europeo está aún lejos de ser una realidad por la persistencia de regulaciones locales, normas técnicas y procedimientos burocráticos que limitan el crecimiento y la competitividad de Europa en su conjunto. Numerosos estándares de calidad, certificaciones, licencias o requisitos en los diferentes Estados miembros suponen una carga burocrática que desincentiva la inversión de las empresas, y esto, unido a la resistencia de los propios países a perder soberanía en favor de Bruselas, conforma un entorno pernicioso para hacer negocios que amenaza con condenar a la economía europea a ser un convidado de piedra en el futuro.
El exceso de burocracia regulatoria, junto a otros factores como los costes energéticos, es lo que está provocando que Europa esté perdiendo peso a marchas forzadas en la economía global respecto a otras áreas del mundo, como Estados Unidos o China. En la práctica, todos estos obstáculos suponen un incremento de costes en toda la cadena de valor que se traducen en mayores precios para los consumidores. La fragmentación y el afán proteccionista de los mercados continúan siendo los principales causantes de esta multirregulación perniciosa para los intereses de la Unión Europea. A medio y a largo plazo, la persistencia de estas barreras va a incrementar el ritmo de deslocalización de centros de producción o incluso directamente su cierre, lo que será crítico para el mercado laboral. El Fondo Monetario Internacional señala que estas barreras equivalen a aranceles del 44% en el comercio de bienes, que pueden alcanzan el 100% en el sector servicios.
Las encuestas señalan a Italia, Suecia, Noruega o Reino Unido (aunque los dos últimos no pertenecen a la UE) como los países donde existen mayores trabas, mientras que Estonia y Bulgaria son los lugares más atractivos para los inversores por su escasa burocracia y facilidad para hacer trámites. El afán regulatorio alcanza a todos los sectores en mayor o menor medida, aunque el sector servicios, el pequeño comercio y las pymes son los mayores perjudicados. Urge que Europa avance hacia la simplificación administrativa, pero para ello es preciso antes que los países admitan ceder más soberanía y se presten a armonizar muchas normas en sectores clave para su desarrollo. Además, es necesario avanzar en la digitalización para eximir a las pymes de obligaciones que hoy limitan su crecimiento. Europa se juega su papel en el mundo.
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