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Los diplomáticos tratan de acercar posturas respecto al préstamo a Ucrania y el nuevo Marco Financiero Plurianual, las cuestiones de más tensión.
Bruselas siempre bulle en actividad política, pero este mes lo hace con especial intensidad y sensación de urgencia. El Consejo Europeo, el órgano que reúne a los líderes políticos de los veintisiete Estados miembros, acelera los preparativos de la cumbre del próximo 18 de diciembre, una cita clave llamada a marcar el futuro de la Unión Europea.
En la reunión, que será la más importante del año, confluirán dos temas capitales: el inicio de las discusiones en torno a la propuesta de nuevo Marco Financiero Plurianual (MFF, por sus siglas en inglés) y el debate sobre la concesión de un préstamo a Ucrania para su reparación que se estructurará sobre los activos rusos que se encuentran congelados en el territorio comunitario.
Según señalan fuentes cercanas al organismo presidido por el portugués António Costa, las conversaciones sobre los futuros presupuestos, que estarán vigentes de 2028 a 2034, servirán para sentar las bases y conocer las posturas de cada uno de los países así como sus reclamaciones y quejas. Con ello, se buscará dar luz verde al MFF a finales del próximo año, unos tiempos que se consideran necesarios si se quiere tener el marco operativo a tiempo.
"Tener un nuevo marco financiero listo a comienzos de 2028 es importante para ser capaces de actuar, reaccionar y ser estratégicos ante el desarrollo de los acontecimientos de un mundo cambiante", aseguran estas mismas fuentes.
Costa proporcionará a los primeros ministros y presidentes de los países de la UE un documento con los puntos a negociar sobre este paquete presupuestario con el objetivo de centrar el debate en los asuntos más importantes. Este es un movimiento habitual que permita evitar diálogos intrascendentes en el que es habitualmente el paquete legislativo con la negociación más compleja en el bloque.
Por el momento, un auténtico océano separa las posiciones de los diferentes Estados miembros de la Unión Europea, algo que no podía ser de otra forma ante el inicio de las negociaciones de uno de los paquetes más complejos de acordar en Bruselas. En esta ocasión, sin embargo, se antoja todavía más complicado acercar las posturas para la búsqueda futura de un acuerdo por el carácter revolucionario de las propuestas de la Comisión Europea, que cambian la estructura habitual de los fondos comunitarios tanto en el fondo como en la forma.
Muchos países no están conformes con la simplificación de 52 a 16 programas, incluyendo la integración de la PAC y los fondos de cohesión en paquetes nacionales grandes.Otros critican su tamaño, ya sea por considerar que los dos billones de euros que se quieren poner son un exceso o porque piensan que se queda corto para el desafío que afronta el bloque.
En cualquier caso, las negociaciones serán duras y harán falta muchas concesiones para lograr la unanimidad que exige la aprobación de los presupuestos. Las amenazas externas, como la pérdida de competitividad frente a China o Estados Unidos, así como la necesidad de reforzar las inversiones en Defensa, podrían jugar a favor de la Comisión Europea transmitiendo una sensación de urgencia que lleve a que algunos países asumen cuestiones que en tiempos de normalidad política serían impensables, como ya ocurrió con el último marco financiero durante la pandemia.
Ucrania
Pero si el debate sobre los presupuestos europeos en esta cumbre supone dar el pistoletazo de salida a un largo proceso negociador, el relativo a Ucrania necesita cerrarse de una vez por todas en esta cita. La oposición de Bélgica hizo imposible alcanzar un acuerdo en la cumbre de octubre, que era cuando se esperaba, y ese retraso ha dejado a los Estados miembros casi sin tiempo para actuar.
La Comisión Europea ha estimado que Ucrania se quedará sin recursos financieros con los que hacer frente a la invasión rusa en el segundo trimestre del próximo año, por lo que acordar una nueva vía de financiación supone una cuestión de supervivencia para el país y para la seguridad del bloque comunitario.
El plan inicial pasaba por ofrecer un préstamo de 140.000 millones de euros a Ucrania utilizando los activos rusos que se encuentran paralizados por las sanciones en territorio europeo. La idea es que Ucrania sólo tendría que repagar su deuda en caso de que Rusia acabase con la guerra y asumiese los costes de las reparaciones.
El grueso de estos activos rusos congelados se encuentra en Euroclear, la compañía de liquidación y compensación con sede en Bélgica. Bart de Wever, primer ministro del país, se ha opuesto a este plan ante el temor de que se pueda acusar a Bélgica de confiscación en un arbitraje internacional que considera más que probable. Esa negativa impidió sacar adelante el plan en octubre.
De Wever sólo se ha enrocado más en su negativa desde entonces cuestionando incluso la legalidad de esta propuesta, por lo que el Consejo Europeo tratará de enderezar las negociaciones a lo largo de las próximas semanas ante el riesgo de que no alcanzar algún tipo de acuerdo suponga la caída de Ucrania.
La pasada semana, la Comisión Europea atendió a las reclamaciones de Bélgica elaborando un plan que busca tender puentes para facilitar la puesta en marcha de la financiación clave. En primer lugar, redujo la cantidad del préstamo previsto a 90.000 millones y, en segundo término, estableció una serie de garantías para que, en caso de que Rusia ganara un arbitraje y hubiera que reponer los activos congelados, todos los Estados miembros y no sólo Bélgica contribuyesen. Pese a ello, De Wever ha mantenido su negativa, lo que ha forzado al canciller de Alemania Friedrich Merz, a viajar a la capital europea para reunirse con él y tratar de desbloquear la situación.
Junto con estos dos debates, el Consejo Europeo también negociará asuntos estructurales para la propia Unión Europea, aunque de carácter menos inmediato, como las vías para reforzar su competitividad y cómo abordar su proceso de ampliación respecto a los países candidatos, como Moldavia o la propia Ucrania.
La dificultad de sacar adelante un compromiso político para aprobar el préstamo a Ucrania, sumada al resto de debates de alto voltaje que tienen que mantener los líderes políticos han llevado a que se anticipe una cumbre larga. De hecho, fuentes diplomáticas especulan con la posibilidad de que se alargue tres días, lo que sería un auténtico récord.
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