- JAVIER AYUSO
Los actuales líderes prefieren recordar los tiempos oscuros, mientras incitan a un enfrentamiento que arrastra a los ciudadanos a la crispación.
Apenas han pasado dos semanas desde que el Rey hizo un llamamiento a la concordia y el diálogo, durante el 50 aniversario de la reinstauración de la Monarquía, y los políticos españoles volvieron a demostrar este sábado que el espíritu de la transición no va con ellos. En la celebración de los 47 de la Constitución de 1978 en la Cortes, volvimos a comprobar que el odio y el enfrentamiento forman parte de la política actual y que no hay absolutamente ningún líder que esté dispuesto a corregir esa tendencia. Vamos de mal en peor.
Pedro Sánchez hizo gala de su única promesa cumplida durante la legislatura: construir un muro contra la derecha. En su intervención ante los periodistas tras el acto solemne en el Congreso de los Diputados, en vez de destacar las bondades de la Carta Magna, prefirió citar a Franco para situar al PP y a Vox a su mismo nivel. "Herederos del franquismo", los llamó. Acosado por la corrupción y por su extrema debilidad parlamentaria, el presidente del Gobierno volvió a sus discursos de brocha gorda que, con toda seguridad, marcarán el ciclo electoral que se inicia este mes.
El líder socialista citó algunos artículos de la Constitución, los referidos a los derechos a una vivienda digna y una sanidad universal, para atacar a los gobiernos autonómicos del PP. Lleva siete años en el poder y esos problemas están peor que cuando llegó a La Moncloa. El artículo que no citó fue el 134, que establece que el Gobierno debe presentar a las Cortes un proyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado tres meses antes de que concluya el ejercicio. Llevamos dos años prorrogando los de 2023, que corresponden a la anterior legislatura y todo indica que se volverán a prorrogar al comenzar 2026.
Quien sí habló de la Constitución fue la presidenta del Congreso, Francina Armengol, aunque con una intención muy distinta a la de celebrar su aniversario. Aunque es consciente de que es imposible llegar a acuerdos para reformar la ley de leyes, por el ambiente de polarización, abogó por "adecuar" el texto a la "diversa realidad territorial". No era un mensaje para los españoles, sino para los independentistas catalanes. El PSOE sigue enviando súplicas al prófugo expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, en un penúltimo y desesperado intento de recuperar sus siete votos en el Parlamento para prolongar la legislatura todo lo que puedan. Sánchez pidió paciencia para recuperar los lazos con Junts. "El anillo pá cuando", que cantaba Jennifer Lopez y que puede referirse a la próxima foto de la ignominia entre Sánchez y Puigdemont.
Pero el ambiente de crispación, odio y enfrentamiento no corrió solo a cargo de los socialistas. Alberto Núñez Feijóo, Isabel Díaz Ayuso y Santiago Abascal (que no asistió al Congreso en un nuevo intento de boicotear cualquier acto institucional), participaron también en una especie de guerra de todos contra todos, que se intensifica a medida que se acerca el 21 de diciembre, cita para las elecciones en Extremadura. Nos esperan dos semanas de palabras gruesas y descalificaciones, que ya no cesarán durante el primer semestre del 2026, con elecciones en Castilla y León, Andalucía y probablemente Aragón.
"La palabra frente al grito, el respeto frente al desprecio, la búsqueda del acuerdo frente a la imposición". Las palabras de Felipe VI el 21 de noviembre en el Palacio Real deberían haber hecho reaccionar todos los líderes políticos, que el 6 de diciembre no fueron capaces ni de saludarse. Las imágenes emitidas por las TV y publicadas en los periódicos son las de decenas de personas que se escrutan con odio o con indiferencia en un día que debería ser festivo. El grito, el desprecio y la imposición forman parte de la agenda política de todos los partidos.
Todo ello, sin contar con las habituales ausencias de los líderes políticos que se declaran abiertamente enemigos de la Constitución. Junts, ERC, PNV, Bildu, Podemos, BNG... Media docena de grupos parlamentarios que desprecian lo que llaman "el régimen del 78" y que estarían dispuestos a cualquier cosa para destruirlo. El problema no es que sean antisistema, sino que son aliados del "gobierno de coalición progresista" que lleva siete años en La Moncloa y que tiene que pagar mes a mes un altísimo precio a sus socios, que pone en riesgo las bases de la democracia que nos dimos todos los españoles en 1978.
Quienes sí estuvieron fueron los cinco ministros de Sumar, que acuden siempre juntos y que últimamente aprovechan cualquier ocasión para intentar demostrar su influencia en un gobierno que los ignora día a día. Yolanda Díaz anunció este fin de semana que piensa llevar a la Comisión Delegada para Asuntos Económicos una propuesta para limitar los precios de la vivienda, tanto en compra como en alquiler. Lo hace unos días después de que la ministra del ramo presentara el Plan 47 (el artículo 47 de la Constitución se refiere al derecho de tener una vivienda digna). Una lucha sin cuartel para no caer en la irrelevancia total.
Es descorazonador que la política española no sea capaz de celebrar las efemérides que nos permitieron conseguir el mayor periodo de libertad, democracia y progreso de nuestra historia reciente. Los actuales líderes prefieren recordar los tiempos oscuros, mientras incitan a un enfrentamiento que arrastra a los ciudadanos a la crispación. ¿Qué fue del espíritu de la Transición?
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