A media mañana Miguel Tellado emergió en la sala contigua al hemiciclo donde los periodistas pasamos el tiempo en el Congreso de los Diputados. Venía cargado de brío y compareció a portagayola detrás de un atril de metacrilato limpísimo. La mañana era formidable: Antxón Alonso, socio empresarial de Santos Cerdán, detenido; la periodista justiciera Leire Díaz, detenida; el ex presidente de la Sepi, Vicente Fernández, detenido. Y los 19 registros o requerimientos de información de la UCO en marcha. Investigan a las empresas públicas Sepi, Sepides, Enusa y Mercasa, también entraron en domicilios de Madrid, Zaragoza, Sevilla y Navarra. Una operación que dirige el Juzgado Central de Instrucción número 6 de la Audiencia Nacional. El contexto es importante. La corrupción es la melodía y el reto de Moncloa es dónde y cómo poner, si aún es posible, el honor a salvo.
Tellado desplegó una sonrisa blanquísima y cada pieza dental era la espoleta de una granada de mano. El repertorio de deflagraciones fue un festival: "España asiste al estallido del Gobierno de Pedro Sánchez, que está saltando por los aires". Casi en apnea hizo un recorrido de asuntos gruesos: de la condena al Fiscal General del Estado al registro de la aerolínea Plus Ultra por la Unidad Central de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF), pasando por los asuntos de abuso sexual en el partido. España está preciosa. Tellado iba abriendo regalos, uno tras otro, como si los Reyes Magos fuesen la UCO y él llevase una metralleta pinzada en el cepo del sobaco. "Todo el Gobierno está bajo sospecha y la situación de la vicepresidenta María Jesús Montero es insostenible. Se le está poniendo cara de Santos Cerdán... Los grandes arquitectos de la llegada de Sánchez al poder han caído uno detrás de otro... España merece abrir un proceso de elecciones generales".
Como es jueves de votación, el público asistente (nosotros los plumillas) quería ver a Pedro Sánchez y Pedro Sánchez no estaba. Solicitó votar telemáticamente. El mismo día en que el juez sienta en el banquillo a Ábalos y lo mantiene en prisión. La pregunta más metafísica que sonó en el Congreso es esta: "¿Hasta cuándo aguantará la legislatura?". Las respuestas eran tremendas y Ione Belarra rebajó las expectativas: "Sánchez no va a dimitir". En el PSOE el trabajo hilandero fue esforzadísimo. Patxi López, alojado en lo que se llama la M30 [pasillo que circunvala el hemiciclo], sonreía amparado por el derecho de los españoles a la felicidad, sea como sea, un poco a la pata la llana.
Estar acampado al este cenagoso del Edén, como se sitúa el Gobierno en estos días, no es lo que muchos socialistas soñaron. Tan agrio y poco estético. Ni siquiera quienes aún creemos en varias razones de la izquierda. Por su lado, la derecha y la extrema derecha están confeccionando una revolución francesa a la medida aprovechando el desastre. Ya verás qué tango como les salga bien.
En el Congreso se vota para aprobar una ley para poner fin al spam telefónico, pero el spam político no es menor. Un fantasma recorre España: es el fantasma del desconcierto. Las señorías de Junts no se manifestaron, como es habitual, no vayan a comprometer el aguinaldo. A las 15.32 María Jesús Montero subió a la tribuna del Congreso y la oscuridad se vino encima en plena siesta. También para algunos socios de Gobierno que en privado se lamentan de las heridas provocadas por el largo acuerdo guisado.
Había que estar en el Congreso para tomar pulso al espectáculo en la última sesión del año. La legislatura es un jarrón chino golpeado y yo recordé el verso estupendo del poeta venezolano Vicente Gerbasi: "Venimos de la noche y hacia la noche vamos". De salida pasé junto a un aguafuerte sobre papel hecho a mano del pintor y escenógrafo catalán Frederic Amat, Las horas muertas. O dicho de otra manera: cuanto antes, mejor.