María Piedad García desapareció en la madrugada del 12 de diciembre de hace quince años en Boadilla del Monte. Aquella noche acudió a la cena de empresa del supermercado donde trabajaba en la localidad. Entre los asistentes estaba su exnovio y padre de uno de sus hijos, Javier Sánchez-Toledo, que también trabajaba en el supermercado. Tres días después, él apareció ahorcado en un poste de alta tensión en San Lorenzo del Escorial y la mujer de 31 años no ha vuelto a dar señales de vida.
La investigación siempre señaló a Javier como principal sospechoso, aunque varios hechos de aquel fin de semana apuntan, según la criminóloga y abogada de la familia de la desaparecida, Iciar Iriondo, a un escenario más complejo. "Nunca se confirmó que hubiese actuado solo. Hay varias cosas que no cuadran y que pueden indicar que recibió ayuda", afirma.
Una de las cuestiones que más desconcierta a la criminóloga es la muerte del propio Javier. "Aparece ahorcado en una torre eléctrica de una forma muy extraña. Estaba de frente al poste, el nudo de la cuerda supuestamente lo hizo de noche y no aparecieron móviles, por lo que ni tenía luz. Además, con un simple gesto habría sobrevivido", sostiene Iriondo, que considera que ese escenario es difícil de sostener con la información disponible en el sumario, donde no figura el informe de la autopsia al completo.
Ficha de la desaparición de María Piedad.SOS DesaparecidosEl 12 de diciembre de 2010, tras la cena, el grupo se desplazó a un karaoke de Boadilla del Monte y terminó la noche en un bar. Varios compañeros aseguraron que Javier se mostró serio y vigilante con su expareja.
En ese último local ocurrió un detalle clave: en el coche de Javier se halló una jeringuilla con sus huellas. "Solicitamos que se hiciera un análisis toxicológico, pero la jueza no accedió. Aquella noche, en ese bar, Javier fue a su coche y, al regresar, le llevó una copa a María Piedad. Ella empezó a sentirse mareada", explica.
En el vehículo de Javier también se descubrió un mosquetón con llaves de una persona desconocida y un folio con fotografías tamaño carnet de varias personas sin conexión aparente. Lo que no se encontró fue la alfombrilla del asiento del copiloto, en el que se sentó María Piedad.
El vehículo de Javier.E.M.La desaparecida llevaba botas de tacón, pero le pidió a Javier que le acercase el calzado que tenía en su coche. Se cambió de botas y dejó las anteriores en el vehículo. Ya de madrugada, él se ofreció a llevarla a casa. Las amigas de María Piedad le advirtieron de que no se fuera con él, pero la mujer accedió.
A las cuatro de la mañana, una amiga recibió un mensaje de Javier en el que aseguraba haberla dejado en su domicilio. Sin embargo, María Piedad nunca llegó. Los repetidores de los teléfonos móviles situaron a ambos a las cinco de la madrugada en la Raya del Palancar, en Villanueva de la Cañada. Allí apareció el único resto ligado a la desaparecida: una gota de sangre.
Las botas de tacón halladas en el coche de Javier contenían restos de barro de la Raya del Palancar, pese a que María Piedad se las había quitado horas antes. "No tiene sentido que se fuesen a dar un paseo a esa hora y que ella se cambiase de nuevo a un calzado más incómodo. Mi sensación es que el principal sospechoso creó un escenario ficticio", apunta la criminóloga.
Las botas de María Piedad encontradas en el coche de Javier.E.M.A esas dudas se suma la actividad registrada en el supermercado donde trabajaban ambos y donde se sospechó que estaba el cuerpo de la mujer. Según el informe de Prosegur, las alarmas del supermercado se desactivaron alrededor de las 00.00 horas del 12 de diciembre de 2010 y no volvieron a activarse hasta que Javier acudió al día siguiente a cambiar unas baldosas. "Es muy extraño que un establecimiento como un supermercado esté toda la noche con las alarmas desactivadas. Alguien tuvo que desactivarlas, porque Javier estaba en la cena de empresa", destaca Iciar Iriondo.
Además, en la mañana del 12 de diciembre, Javier sufrió un accidente mientras trabajaba en el supermercado: se cortó con una radial y poco después tuvo un siniestro vial. Aunque parece un hecho anecdótico, para Iciar forma parte del contexto de tensión y descuido de aquel día.
Al inicio de la investigación ocurrió otro error fundamental. "Si se hubiese detenido a la expareja en las primeras 72 horas, el caso ya estaría resuelto. Aun así, si se hubiesen hecho las cosas bien, estaría esclarecido, pero no se quieren hacer", afirma Irondo. Según su relato, muchas de sus peticiones chocaron con la negativa de la instructora. "La jueza que ha llevado el caso no ha sido flexible a la hora de aceptar nuestras solicitudes", añade.
Una de las maifestaciones realizadas en nombre de María Piedad..E.M.Cuatro años después de la desaparición, el Juzgado de Instrucción nº5 de Móstoles archivó la causa por falta de indicios. Desde entonces solo se reabrió una vez, en 2017, cuando se levantaron las baldosas del supermercado. El equipo de criminólogos y abogados de la familia había solicitado 16 diligencias, pero solo se practicó esa y los resultados fueron negativos.
María Piedad García Revuelta y Javier Sánchez-Toledo habían roto su relación seis meses antes de aquella fatídica noche, pero él nunca aceptó la separación. Aquella noche se le vio serio y pendiente de los movimientos de su expareja, un comportamiento que, según Iciar, encaja con un móvil basado en los celos.
Testigos sin interrogar, dos accidentes, varios objetos extraños en el vehículo del principal sospechoso y una persona en paradero desconocido son solo algunos de los misterios que todavía acechan a este caso.