La imagen quedó como símbolo. José Tomé Roca (Guitiriz, 1958) posaba sonriente junto a Pedro Sánchez durante la presentación del programa electoral del PSOE para las generales del 23 de julio, integrado en la liturgia de Ferraz y alineado con el discurso del partido.
En aquel acto defendió la necesidad de «continuar creando más avances sociales, derechos y libertades» y sostuvo que cuando gobierna el PSOE «la provincia sale ganando». Ayer, esa estampa de dirigente bien situado en la foto del poder se vino abajo, abriendo una nueva grieta en un socialismo nacional ya tensionado por escándalos y crisis internas. La revelación, adelantada por el programa Código 10, de la existencia de hasta seis denuncias internas por presunto acoso sexual deterioró de forma abrupta su perfil político.
Tomé negó los hechos, pero la presión ejercida desde el partido precipitó su salida «voluntaria» del PSOE. El dirigente renunció a la presidencia de la Diputación de Lugo y a la secretaría provincial del PSdeG, aunque optó por conservar la alcaldía de Monforte de Lemos y su acta de diputado provincial como no adscrito, un escenario cuya viabilidad política está aún por definir.
Hasta ese momento, Tomé había sido uno de los cargos socialistas con mayor peso institucional en Galicia. Acumuló durante años una cuota de poder territorial poco frecuente en un partido debilitado en el ámbito autonómico, pero con un arraigo sólido en el plano municipal y provincial. Ese entramado permitió al socialismo gallego conservar dos de las cuatro diputaciones de la comunidad. Lugo era una de ellas y Tomé, su principal bastión.
Su trayectoria se construyó desde la política local. Profesor de Tecnología Agraria, inició su carrera pública en el sindicalismo y en el ámbito municipal. Fue concejal en Monforte y diputado en el Parlamento gallego antes de consolidar su liderazgo local. La alcaldía de Monforte de Lemos, conquistada en 2015 y revalidada después con mayoría absoluta, se convirtió en su plataforma definitiva.
El acceso a la presidencia de la Diputación se produjo en 2019, tras varios años de inestabilidad en el socialismo lucense posteriores a la salida de José Ramón Gómez Besteiro y al mandato de Darío Campos. Con un PSOE provincial sin liderazgo claro, Tomé emergió como una opción asumible y fue investido presidente gracias a un acuerdo con el BNG. A partir de ahí, su proyección política se aceleró.
El presidente de la Diputación de Lugo, José Tomé.Pedro EliseoEFEDesde la Diputación reforzó su control institucional y orgánico al asumir también la secretaría provincial del partido. Según fuentes internas del PSOE lucense, ese doble mando derivó con el tiempo en una dirección cada vez más personalista y centralizada, que fue alejando a parte de la organización. Las mismas fuentes apuntan a un reparto de fondos provinciales percibido como favorable a ayuntamientos afines, lo que alimentó el malestar interno.
Ese modo de ejercer el poder incrementó su aislamiento político y acentuó la división del PSOE lucense. La fractura afloró en abril de 2025, cuando Tomé revalidó la secretaría provincial con un 58% de los votos frente al 42% de Iván Castro. Aunque conservó el cargo, el partido quedó claramente partido en dos. La tensión se hizo visible semanas después con la ausencia de tres diputados socialistas en un pleno clave de la Diputación, un gesto interpretado internamente como la confirmación de una ruptura que llevaba tiempo gestándose.
En paralelo, Tomé había intensificado sus esfuerzos por reforzar su visibilidad nacional. En mayo de 2022 fue, de hecho, el único presidente de una diputación gallega invitado a Moncloa a la reunión del Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica (PERTE) de Economía Social y de los Cuidados. Según fuentes de la oposición, también promovió la presencia en la provincia de dirigentes del núcleo duro del PSOE, entre ellos el entonces secretario de Organización, Santos Cerdán, mediante actos públicos y visitas institucionales concebidas para subrayar su cercanía a Ferraz y apuntalar su posición interna.
Lo ocurrido ayer no fue su único episodio controvertido. En 2021 ya se vio envuelto en una fuerte polémica tras aludir en un pleno al «aspecto de leopardo» de una diputada, unas palabras que desataron críticas internas y públicas. Su dimisión y salida del partido añade ahora un nuevo episodio incómodo a la trayectoria del PSOE y deja otra mancha más en la organización.